"Creo en el ángel de la poesía
Y en las canciones comprometidas " (TERESA PARODI)
Ya que se acerca el fin de semana y soy una confesa
melómana (amante de la música), tenía que en algún momento escribir un post
dedicado a mis pacientes y amigos que se dedican a este bello arte como es la
música. Hoy vamos a hablar de los problemas
que pueden sufrir los músicos y que tienen relación con la salud oral; estos
problemas son denominados tecnopatías
del músico, y se presentan con mas frecuencia entre aquellos que interpretan
instrumentos de viento y ciertos
instrumentos de cuerda como el violín y la viola.
Estos emplean muchos años y horas de ensayo donde los
movimientos repetidos, posturas forzadas y las fuerzas generadas, suelen sobrepasar
la capacidad de adaptación funcional de la articulación temporomandibular
(entre el cráneo y la mandíbula) provocando dolor que se irradia con frecuencia
a la cabeza, oídos y cuello. Además el roce
continuado y pequeños golpes pueden
provocar en los dientes síntomas como dolor, microfracturas, cambios
degenerativos, movilidad, desgaste, problemas endodónticos, además de lesiones
de tejido blandos.
Existen dos familias en los instrumentos de viento:
instrumentos de viento- metal y los instrumentos de viento-madera, y se
diferencian por cómo se produce el sonido; se ha comprobado que cuando el
músico presenta condiciones bucales no deseadas le cuesta mas que a otros
músicos lograr ciertos tonos con el instrumento. En los instrumentos de
viento-madera, la boquilla se coloca entre los labios. Y en los instrumentos de
metal tienen una boquilla que se coloca contra los labios, para producir
la vibración responsable del sonido.
La elección
del instrumento de viento en el joven que inicia su carrera musical, es un paso
muy importante porque cada tipo de embocadura produce un efecto diferente que
influirá en la forma de la boca. La interpretación de instrumentos de viento
puede afectar gravemente la oclusión dentaria,
ya que sólo se requiere menos de 100grs de presión para mover los dientes y se ha logrado medir la fuerza
con que se apoyan estos instrumentos sobre los tejidos orales, alcanzando
algunos de ellos los 500 gramos de presión.
Por ejemplo el
saxofón y el clarinete cuya boquilla de acrílico se ubica entre los incisivos
superiores e inferiores, incrementa el espacio entre ellos significativamente
ocasionando resalte y traumas que provocaban muerte pulpar y por consiguiente
requerían procesos endodónticos; otro
problema son las lesiones de labios inferiores debido a que tiene que cubrir
los incisivos inferiores hacia lingual de tal manera que la boquilla ejerce una
presión produciendo dolor, ulceración o hiperpigmentación.
Al insuflar aire en la boquilla trabajan hasta 12
músculos de la boca y la sobrecarga muscular da lugar a la aparición de dolor
en la musculatura masticatoria incluso cervical, pudiendo ser un factor de
riesgo adicional para producir los desórdenes articulares, a lo que se suma el
estrés en la búsqueda de la perfección técnica.
insuflar- contacto labial
Por otro lado
durante la interpretación de instrumentos de cuerda como el violín y la viola
la ubicación del instrumento entre el mentón y el hombro izquierdo y la presión
ejercida para mantenerlo en posición,
requiere de una actividad muscular mandibular y cráneo cervical
sostenida que sobre pasa la función fisiológica normal y la consideran un tipo
de actividad parafuncional generadora de patología cráneo cervical y temporo
mandibular produciendo rigidez en el
cuello, cefaleas, y dolor en la zona
articular ocasionando mayoritariamente limitación del movimiento mandibular y
desviación de la apertura bucal hacia la derecha.
Es muy importante entender la importancia de la relación
entre el instrumento, el músico y las estructuras bucales del mismo para que se
pueda dar una orientación adecuada y lograr una mejora de salud sin afectar la
interpretación del instrumento musical que acompaña al expertise. Como enfoques
terapéuticos a los problemas antes mencionados,
proponemos el uso de férulas miorelajantes, realización de ejercicios durante
el aprendizaje técnico, fisioterapia, quiropráctica e incluso tratamientos de ortodoncia. Lo recomendable es que el odontólogo revise al músico y
aconseje si es necesario cambiar el instrumento o cambiar la embocadura para no
empeorar la mordida. Y si todavía no se ha elegido el instrumento, ese es el
momento ideal para consultar con un dentista, que sepa de este tema, y que según
la situación oral, recomendará el tipo de embocadura más favorable.
Ya vemos que como
en todo, es mejor prevenir, para así anticiparnos en la aparición de estos
problemas y más cuando de ello depende el poder seguir disfrutando de la magia
de la música.
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